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  Sri Lanka  

Según observadores, esta alianza podría constituirse en la mayor amenaza para el proceso de paz, ya que el JVP puede persuadir a la AP para que explote los sentimientos anti LTTE en el país.

 

15/05/2003
Alianza opositora podría comprometer el proceso de paz

Los avances de los Tigres Tamiles ( LTTE) han desatado una ola antigubernamental en Sri Lanka, lo que ha promovido acercamientos entre partidos disímiles que podrían derribar al gobernante Frente Nacional Unido (FNU), que ha venido negociando la paz con el LTTE y devolver al país isleño a la guerra civil.

La inminente alianza, que se concretaría a fines de mayo, entre dos partidos de la oposición muy disímiles entre sí podría poner en jaque el proceso de paz en Sri Lanka. La unión entre la Alianza Popular (AP, comandada de forma oficial por la presdenta Chandrika Kumaratunga) con el partido pro singalés Janata Vimukthi Peramuna (JVP), les daría una mayoría parlamentaria sobre el FNU, que cuenta hoy, en alianza con el Congreso Musulmán de Sri Lanka (CMSL), con una mayoría ajustada.

Cinco de los doce miembros del CMSL han desafiado a su líder, Rauff Hakim, y de hecho funcionan hoy como un grupo separado que, además, también está en negociaciones con la AP. En caso de que este grupo se pase a la oposición, la mayoría del FNU se perderá de forma definitiva. Por otra parte, la AP asegura que puede ganar el epoyo de una quincena de miembros del FNU que están en desacuerdo con la política "pro LTTE" de su partido.

Antecedentes y malos augurios

En julio de 2001, al perder la mayoría en el parlamento tras la retirada de su coalición del CMSL, la presidenta Kumaratunga disolvió el parlamento y convocó un referéndum para reformar la constitución, que finalmente no se llevó a cabo. Por primera vez desde el comienzo de la guerra civil, el LTTE renunció públicamente, en noviembre de 2001, a su reivindicación de independencia para las provincias tamiles. Velupillai Prabhakaran, líder de los rebeldes, sostuvo que una autonomía que permitiera decidir sobre la vida económica y política sería suficiente para satisfacer las aspiraciones tamiles.

En diciembre, la alianza liderada por Ranil Wickremasinghe, del FNU ganó las elecciones parlamentarias con el compromiso de intentar negociar el final del conflicto con los separatistas y reactivar la economía. La AP de Kumaratunga perdió el control del parlamento y el gobierno inició una tregua con el LTTE luego que los rebeldes se comprometieran a cumplir el estricto alto al fuego propuesto por los rebeldes. El primer ministro Wickremasinghe se ubicó a la cabeza de las gestiones para desarrollar un proceso de negociaciones y poner fin al conflicto étnico.

Ahora, la inestabilidad se vuelve especialmente preocupante para el país, sobre todo dado que el JVP, que en el pasado lideró dos rebeliones armadas -en 1971 y 1988- antes de participar en política, tiene una posición estridentemente favorable a la guerra. Por su parte, Kumaratunga, quien iniciara el proceso de paz facilizado por Noruega, ha sido muy crítica en los últimos tiempos respecto al papel de los observadores extranjeros. La presidenta ha alegado que el equipo que monitorea el cese al fuego ha realizado maniobras que amenazan la soberanía del país. También ha criticado a Estados Unidos, señalando que en tanto Washington aboga la guerra contra el terrorismo en algunos países, ha sido más tolerante con el LTTE.

Si bien hasta el momento, tanto el JVP como la AP han prometido continuar con las negociaciones con los Tigres Tamiles en caso de acceder al poder, según observadores, esta alianza podría constituirse en la mayor amenaza para el proceso de paz, ya que el JVP puede persuadir a la AP para que explote los sentimientos anti LTTE en el país.

En esta línea de pensamiento se ha manifestado también el ideólogo del LTTE, Anton Balasingham, quien recientemente declaró que, al aliarse con el JVP, la AP estaba definiendo su posición respecto al problema étnico y que esto no era buen augurio para alcanzar una acuerdo negociado. Advirtió, además, que si el FNU pierde el poder, esto implicará un "regreso a la guerra".

Paradojalmente, Kumaratunga fue la primera jefa de Estado de Sri Lanka que intentó (aunque frustradamente) introducir una Constitución cuyo fin fuera resolver el terrible conflicto étnico entre singaleses y tamiles que ha hecho perder la vida a decenas de miles de personas desde su comienzo, en1983. El proyecto fue aplastado por la oposición que la acusó de tratar de "vender el país al LTTE". No menos paradojal es el hecho de que, en 1988, el JVP fuera acusado de asesinar a Vijaya Kumaratunga, quien era entonces su esposo. Esta acusación, hasta el momento, no ha podido ser probada.





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