Paises
  Marruecos  

Este, sin embargo, es el primer ataque de gran magnitud que se produce en el reino, fiel aliado de Washington en el mundo árabe y hogar de una importante comunidad judía.

 

30/05/2003
Los motores detrás de los atentados

Tras la recientes de atentados suicidas con bombas, que costaron la vida a 42 personas e hirieron a otras 100 en Casablanca, Marruecos se volvió otro flanco de la lucha del radicalismo islámico. En el país, sacudido por la ola de ataques en la que 14 terroristas suicidas detonaron bombas, en forma casi simultánea, en cinco distintos sitios de Casablanca muy concurridos por ciudadanos provenientes de países de Occidente (si bien la mayoría de los fallecidos fueron marroquíes), se interroga por las causas. Según analistas, la marginación y la pobreza son los principales factores que favorecen el reclumiento de jóvenes en grupos radicales.

Esta semana, el ministro de Justicia, Mohammed Bouzoubaa, afirmó que las autoridades habían obtenido nombres, datos familiares y afiliaciones de ocho de los fallecidos terroristas, a partir de la confesión de un cómplice. Según el ministro, algunos de los atacantes fueron ciudadanos marroquíes que habían pasado algún tiempo fuera del país y tenían conexiones con gente involucrada con un juicio en marcha en Casablanca. Si bien ningún grupo se responsabilizó por los atentados, el ministro agregó que las investigaciones en curso se están centrando en la posible participación de la agrupación musulmana local Salafiyah Jihadiyah, la que se cree, podría tener vínculos con la organización Al Qaeda dirigida por Osama bin Laden. Esta sospecha ha sido alentada, también, por las similitudes con la serie de atentados coordinados que ocurrieron una semana atrás en Riad, Arabia Saudita, donde perecieran 34 personas. Otras pistas que se han seguido apuntan apuntan a la organización radical islámica Attarik Al Moustakim (El Sendero Correcto), que tendría vínculos cercanos con Al Qaeda. Tanto Attarik Al Moustakim como Salafiya Jihadya predican "la guerra santa contra los infieles".

Los objetivos de los últimos ataques fueron un restaurante español, la sede de una asociación judía, un cementerio israelita y un hotel en el centro de Casablanca, capital financiera del país. Entre las víctimas había ciudadanos de España, Francia e Italia.

Una cinta de audio divulgada en febrero y atribuida a bin Laden incluyó a Marruecos entre los países apóstata "a punto de ser liberados". En ese mismo mes, la justicia marroquí impuso sentencias de 10 años de prisión a tres hombres de origen saudita, acusados de integrar una célula de Al Qaeda que planeaba atacar barcos de la OTAN en el estrecho de Gibraltar.

Este, sin embargo, es el primer ataque de gran magnitud que se produce en el reino, fiel aliado de Washington en el mundo árabe y hogar de una importante comunidad judía. Marruecos intentó en más de una oportunidad mediar entre israelíes y palestinos y ha sido sede de conversaciones privadas entre líderes de ambas partes.

¿Una raíz económica?

Las autoridades no dudan sobre la nacionalidad de ninguno de los atacantes: "los 14 hombres que realizaron los ataques eran marroquíes", según declaró el ministro del Interior, El Mustapha Sahel. Según el experto en grupos islámicos Mohamed Toza, los estrechos vínculos que mantiene con Estados Unidos e Israel "hacen de Marruecos un objetivo obvio de atentados terroristas". En esta línea han razonado muchos marroquíes, quienes creen que Estados Unidos está provocando este tipo de ataques con su política en Medio Oriente.

Ya muchos ciudadanos consideran que el reino debe reconsiderar su cooperación con Estados Unidos para estar a salvo de los ataques terroristas, y que estos atentados sólo han sido el comienzo. Pero, para el presidente del Sindicato Marroquí de Escritores, Hassan Najmi, la raíz no es la política exterior: "los ataques terroristas en este país no fueron actos aislados ni efímeros, sino el resultado de una sombría situación económica y social".

El desempleo afecta a más de 20% de la población económicamente activa, y más de 17% de los 30 millones de marroquíes viven con menos de un dólar; entretanto, menos del 40% de los marroquíes saben leer y escribir.Najmi agregó que basta mirar "los grandes cinturones de pobreza, analfabetismo e ignorancia en todo Marruecos para encontrare la respuesta a los atentados".

Pobreza y fervor islamista

Por su parte, el presidente del opositor partido Izquierda Socialista Unida, Mohamed Bensaid Ait Idder, ha acudado a las demás fuerzas políticas de no hacer esfuerzos para atraer a los jóvenes a la política y de "dejar un vacío que ahora es llenado por los islamistas". Una encuesta publicada la semana pasada por un diario independiente y realizada entre jóvenes marroquíes reveló que el 60% de los encuestados afirmaba no tener interés alguno en política ni en ninguno de los 22 partidos con representación en el parlamento. Entre las razones para el desinterés alegadas por estos jóvenes, en primer lugar, se encontraban la corrupción y las promesas incumplidas de los partidos.

Si bien el islámico moderado Partido Justicia y Desarrollo (PJD) -con 42 de los 325 asientos del parlamento, la tercera fuerza política del país- condenó los atentados, calificándolos de "criminales y contrarios a los preceptos del Islam" y organizó movilizaciones en Rabat para rechazarlos, el resto de los sectores políticos lo han acusado de fomentar a los militantes radicales que cometieron los ataques. Los restantes 48 partidos políticos, los sindicatos y las organizaciones civiles realizaron el domingo 25 de mayo manifestaciones en todo el país para apoyar la condena a los atentados en Casablanca y se opusieron a la participación del PJD en la movilización, ya que lo acusaron de "empujar al terrorismo".

Islamistas y globalización

Fue a comienzos del siglo XX que surgieron distintos movimientos islámicos como reacción a la modernización y occidentalización de su cultura y también como resistencia al colonialismo. La prédica del retorno al esplendor y poder de la civilización islámica se confundió con la convicción de que el declive de ésta había sido motivado en el abandono de las viejas costumbres. La tendencia restauradora minoritaria fue la reformista o "evolucionista", conocida como salafiyya, que considera que la sharia (código normativo islámico) debe ser interpretada y adaptada de acuerdo a la coyuntura contemporánea a través del esfuerzo de interpretación o idjtihad. La tendencia mayoritaria, conocida como conservadora o "fundamentalista", aboga por el retorno a las raíces del Islam y rechaza la interpretación de la sharia, normativa que debe aplicarse, según esta tendencia, de forma literal.

Distintos grupos islamistas abogan por la creación de un estado islámico, si bien difieren tanto en las estructuras que deberían conformar el mismo como también en las estrategias para alcanzarlos. Hay grupos que abogan por la violencia y entienden, asimismo, que la sharia tiene que ser impuesta verticalmente, desde la cúspide del poder a toda la sociedad. Hay otros que han entendido que es preciso esperar para que gradualmente la sociedad se islamice. Algunos grupos están abiertos al diálogo político, otros rechazan todo compromiso con los regímenes de los respectivos países.

En todos los países musulmanes, los fundamentalistas, basados en la prédica del profeta Mohamed que establece que "si hay un pobre el gobernante es un mal musulmán", realizan ingente obra social y reclutan entre los pobres a los que asisten. Según Najmi, en el caso específico de Marruecos, el país debe "prepararse para más atentados si no se hace nada para mejorar la situación de la población. Los terroristas seguirán aprovechando la pobreza y la ignorancia para atraer jóvenes a su cultura de odio y oscurantismo". El islamismo es sólo una variante de fundamentalismo, doctrina que rechaza el secularismo y que existe hoy día dentro del cristianismo, el hinduismo, el judaísmo y el Islam. Si se lo toma como un parámetro de pensamiento y conducta religioso-político aplicable a distintas culturas y no como un conjunto específico de creencias, rituales o prácticas religiosas, se puede encontrar fundamentalistas en toda religión histórica que tenga escrituras sagradas y preceptos básicos. En este sentido, los fundamentalistas son conservadores militantes, para quienes el mundo es un campo de batalla entre el bien absoluto y el mal absoluto. Son guerreros, en espíritu y muchas veces en la carne, que se oponen tanto a los no creyentes como a quienes dudan, dentro de su propia comunidad religiosa. Sin importar su procedencia, los distintos fundamentalismos estarían hermanados en el hecho de rechazar la sustitución de la divinidad, y la ley divina, por la razón humana y principios políticos seculares como base del orden social y legal. Si bien esta sustitución se dio en Occidente, no sin violencia, pero a partir de ideas occidentales, lo cierto es que en otras zonas, como en el mundo islámico, se dio a través de la colonización y el imperio. Por ejemplo, los islamistas consideran que fueron extranjeros e infieles los que convirtieron a sus hermanos, hermanas e hijos a las costumbres "ateas".

También los vincula el hecho de considerar que sus respectivas religiones son superiores a las demás, su rechazo al pluralismo, y su respectiva convicción en la superioridad de su fe. A sus ojos, el hecho de ser portadores de la luz o revelación los obliga a entablar un "combate cósmico" contra el mal. Hay analistas que entienden que el marco donde debe ubicarse este combate es la mundialización: según esta visión, la globalización (que en buena medida implica la entronización de valores seculares de Occidente) acarrea consigo las semillas de la reacción. Esta reacción contra el proceso global de secularización sería la causa de una "desacralización" que, en muchos casos, toma formas fundamentalistas.





Instituto del Tercer Mundo - Guía del Mundo
Juan D. Jackson 1136, Montevideo 11200, Uruguay
Phone: ++598 (2) 419 6192; Fax: ++598 (2) 411 9222

mail: guiatmchasque.net