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  Myanmar-Burma  

Por su parte, las autoridades militares han desmentido que la
líder opositora haya sufrido lesiones serias en la cabeza
y afirmaron que, a pesar de las crecientes presiones internacionales,
aún no la liberarán.

 

16/06/2003
Entre la liberación de Suu Kyi y el "cambio de régimen"

Según analistas, es posible que el reciente ataque del régimen militar de Myanmar contra la líder opositora y Premio Nóbel de la Paz Aung San Suu Kyi y decenas de sus seguidores, que tuvo lugar en el norte del país el 30 de mayo cuando un grupo armado favorable al gobierno militar atacara la caravana encabezada por la líder, represente un punto de inflexión en la situación política del país.

El incidente, ocurrido en la población de Yawai Oo, a más de 500 kilómetros al norte de Rangún, dejó cuatro muertos y cerca de 50 heridos, según el gobierno y, según testigos, decenas de muertos y serias heridas en Suu Kyi. Por su parte, una organización opositora en el exilio dice que el número de fallecidos llegó a por lo menos 70. El ataque, en el que partidarios de Suu Kyi y del gobierno se enfrentaron violentamente, abre distintas opciones, según la respuesta de la ciudadanía. En primer término, no es improbable que la junta militar logre hacer frente a las indignadas reacciones dentro y fuera del país; sin embargo, el ataque podría desencadenar un movimiento nacional de desobediencia civil contra la dictadura; por último, se abre la posibilidad de que, en caso de confirmarse el rumor de que Suu Kyi resultó seriamente herida, grupos myanmarenses en el exilio alcen su voz para reclamar la intervención internacional en el pais, buscando un "cambio de régimen", frase que ha sido acuñada como moneda política tras la reciente invasión de Estados Unidos y Gran Bretaña a Irak.

Invitación al cambio de régimen

La pasada semana, la nota editorial de la revista Irrawaddy, de la ciudad tailandesa de Chiang Mai, que dedica frecuntes páginas a temas myanmarenses, se tituló: "¿Será Birmania la próxima?". La nota señalaba que "ahora que la guerra en Irak supuestamente terminó, algunos dicen que es hora de que la maquinaria militar de Estados Unidos visite a Myanmar" y que si bien "algunos hechos cometidos por el régimen del derrocado dictador iraquí Saddam Hussein son abominables" no lo son menos "las atrocidades cometidas por la junta militar de Myanmar". Luego, se preguntaba el artículo, "¿por qué no derrocar a los generales antes de que cometan más abusos?".

El gobierno tailandés y la junta myanmarense mantienen una tensa relación desde hace años, entre otras razones debido a las milicias que, en la frontera común producen y trafican droga. A comienzos de 2001, tropas tailandesas y myanmarenses se habían enfrentado en la frontera común, acusándose mutuamente Bangkok y Rangún de apoyar milicias shan, productoras de droga. En mayo las tensiones se habían aplacado por la creciente presencia de tropas especiales de Estados Unidos del lado tailandés de la frontera, cuyo objetivo declarado era entrenar al ejército de Tailandia en la lucha contra el narcotráfico. En setiembre de ese año, el jefe de Inteligencia de Myanmar, el coronel Khin Nyunt, visitó Tailandia en lo que declaró era un mejoramiento de las relaciones bilaterales, y anunció que la lucha contra la droga sacaría a su país del llamado "triángulo de oro" (la frontera común con Tailandia y Laos) para 2005.

Por el momento, la Casa Blanca, que con anterioridad ha embargado a Myanmar, se ha limitado a emitir un comunicado por el cual el presidente estadounidense George W. Bush, señaló estar "profundamente preocupado" por la situación en Myanmar y que las autoridades de ese país debían "liberar a Aung San Suu Kyi y sus simpatizantes en forma inmediata, y permitir la reapertura de la sede de su partido" además de "liberar todos los prisioneros políticos y ofrecer al pueblo una mejor forma de vida, con libertad y progreso económico".

Washington ha apoyado a Tailandia en el conflicto, en tanto China sostiene a Rangún; la invitación a la intervención, realizada por Irrawaddy, debe ser considerada dentro de este contexto, que de momento no parece comportar un interés demasiado grande en la Casa Blanca ni en el Pentángono. El mayor interés de Estados Unidos sería ganar en Myanmar una nueva posición estratégica a las puertas de su rival económico y militar, China. Por este motivo, el editorial, tras invitar al derrocamiento, señalaba que "es dudoso que Washington quiera desperdiciar sus municiones en Myanmar. Más probables un aumento de la presión de Estados Unidos, ya sea a través de la diplomacia o de sanciones, que una invasión".

Presión internacional

También Francia, Inglaterra y Suecia han exigido la liberación inmediata de la premio Nóbel 1989 y su aparición en público. De momento, permanece detenida en un lugar no divulgado. En Delhi, India, hubo una manifestación de protesta. De momento, a nivel tanto simbólico como político, el estado físico de Suu Kyi, quien permanece incomunicada en un campamento militar de las afueras de Rangún, sería una de las claves para el futuro. Según testigos, la hija del héroe anticolonialista Aung San experimentó heridas en la cabeza y en un hombro cuando los atacantes arrojaron un ladrillo contra su vehículo. Por su parte, las autoridades militares han desmentido que la líder opositora haya sufrido lesiones serias en la cabeza y afirmaron que, a pesar de las crecientes presiones internacionales, aún no la liberarán.

El viceministro de Relaciones Exteriores de Birmania, Khin Maung Win, dijo a diplomáticos en la capital, Rangún, que Suu Kyi "se encuentra bien" y "recobrará su libertad en un proceso escalonado". Agregó que la Premio Nobel permanecerá en "custodia con fines de protección". La Junta, además de haber "tomado bajo su protección", según sus declaraciónes, a Suu Kyi y a 19 miembros de su partido, la Liga Nacional por la Democracia (LND), cerró por tiempo indefinido las universidades en todo el país, a fin de prevenir manifestaciones.

Grupos de exiliados aseguran preferir que sean los propios compatriotas quienes derroquen a la dictadura. De todos modos, afirman que una fuerte reacción de la comunidad internacional ayudará a indicar al al pueblo de Myanmar que no está solo en su lucha. Si la junta militar logra aguantar la reacción al ataque a Suu Kyi, será un caso más de supervivencia del régimen de Rangún a una crisis desde fines de los años 80. En 1988, un levantamiento popular casi derrocó al gobierno militar, pero sus fuerzas fueron brutalmente reprimidas y las insurgencias de minorías étnicas domesticadas a través de ceses del fuego.

Después de perder de forma abrumadora contra la Liga Nacional por la Democracia de Suu Kyi en las elecciones generales que organizó en 1990, el régimen se aferró aún más al poder: la junta desconoció el resultado electoral, prohibió las actividades de la oposición y encarceló o desterró a sus líderes. Suu Kyi fue condenada a prisión domiciliaria e incomunicada. Desde entonces ha sido liberada y detenida innumerables veces. Su última liberación ocurrió en mayo de 2002, luego de que el enviado especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a Myamar, Razali Ismail, convenciera a los generales de iniciar un diálogo con la oposición, diálogo que hasta el día de hoy no ha prosperado.

Cuando, tras 19 meses de prisión domiciliaria, el 6 de mayo de 2002 fuera liberada Suu Kyi y restituidos sus derechos de participar en la actividad política -en lo que se interpretó como un inicio de un proceso de transición democrática, luego de la mediación de Ismail en nombre de la ONU- se planteó la liberación de todos los prisioneros de conciencia, estimados entre 1.500 y 2.000. Washington interpretó la liberación de Suu Kyi como resultado directo del embargo estadounidense y de la Unión Europea, que trabó seriamente al turismo y el comercio de petróleo, gas, madera y minerales. De momento, legisladores estadounidenses consideran diversas medidas contra el gobierno birmano, desde el congelamiento de los activos de sus gobernantes hasta la prohibición de importaciones desde Myanmar.

Según fuentes diplomáticas en Tailandia, la actual visita de Razali, que llególa semana pasada a Rangún, permitirá determinar si los esfuerzos de mediación de la ONU entre la junta y el movimiento por la democracia conducirá a alguna parte o no. Razali tiene la meta de reunirse con Suu Kyi y presionar para que sea liberada. Hasta el momento, Razali se ha manifestado "optimista" de lograr sus dos objetivos.

Si la misión de Razali fracasa, esto podría conducir a medidas internacionales más drásticas contra el régimen militar birmano, incluso una posible intervención militar. Un pretexto para una invasión podría ser el de la "intervención humanitaria", similar a la realizada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Kosovo en 1998.

En noviembre de 2001, Jiang Zemin se convirtió en el primer presidente chino en visitar Myanmardesde que asumiera la junta. Pero, ahora, nadie espera que China se enfrente a Estados Unidos para defender a Myanmar, su aliada, a diferencia del caso de Corea del Norte, que estratégicamente es mucho más importante para Beijing.

Se espera que el 6 de junio llegue a Birmania el enviado especial de Naciones Unidas, Razali Ismail, en un intento por salvar tres años de negociaciones entre la oposición y las autoridades militares. Los militares birmanos tomaron el poder en un golpe de Estado de 1962, dirigido por el general Ne Win.

Suu Kyi permaneció ocho años en arresto domiciliario desde que volvió a Rangún en 1988 para atender a su madre enferma, y acabó encabezando el movimiento democrático, legitimada en los ojos de sus seguidores por ser la hija del héroe de la independencia birmana, Aung San.

Observadores políticos citados por la agencia EFE atribuyen lo ocurrido en los últimos días a un fortalecimiento de la línea dura del régimen militar, encabezado por el general Than Shwe, quien según algunos medios, tiene una especial animosidad contra Suu Kyi.





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